El pasado 18 de octubre de 2024, se sembró un lote de maíz en el establecimiento “La Bélgica”, ubicado a pocos kilómetros de Monte Maíz. La superficie total del campo es de 165 hectáreas, de las cuales ocho fueron destinadas a un representativo ensayo técnico, con un doble objetivo: evaluar el rendimiento de híbridos de Corteva y poner a prueba el desempeño del sistema de fertilización profunda en la línea.

La totalidad del lote fue trabajado con equipamiento Tainar, tanto para la etapa de pre-siembra como para la siembra. En este sentido, el 7 de agosto se llevó adelante la tarea de pre-siembra, una decisión estratégica clave. En ese momento, se aprovechó la mayor disponibilidad de tiempo, maquinaria e insumos. Este paso previo a la siembra permite aplicar nutrientes esenciales —como la urea— sin que entren en contacto directo con la semilla, evitando problemas de fitotoxicidad y asegurando su descomposición y posterior disponibilidad para el cultivo. Además, al colocar el fertilizante en la misma línea en la que luego se sembrará, se potencia el desarrollo radicular, favoreciendo una implantación pareja y profunda.
En este caso, el lote fue fertilizado con 200 kg/ha de arrancador TOPHOS 724 y 300 kg/ha de urea, aplicados a una profundidad de entre 10 y 11 cm con una fertilizadora BTI AGRI de 24 surcos, a 40 cm de separación. Luego, se sembró el híbrido AX7761VT3P a una densidad de 81.000 semillas por hectárea, utilizando una sembradora JD 1745, también de 24 surcos y a 40 cm de distancia entre líneas. Todo el proceso fue realizado de manera precisa y alineada con la franja de fertilización previa.
El ensayo se cosechó el 23 de marzo de 2025 y el rendimiento promedio del lote alcanzó los 131 quintales por hectárea. Pero más allá del promedio, los resultados particulares del ensayo dejaron conclusiones sumamente interesantes, especialmente en lo que respecta al sistema Tainar.

Se evaluaron 30 tratamientos diferentes que combinaron distintas dosis de arrancador (de 150 a 300 kg/ha) y de urea (de 200 a 500 kg/ha). Además, se incluyeron tratamientos testigo para determinar el efecto real de la labor de pre-siembra. Entre ellos, uno no recibió ni pre-siembra ni fertilización, y otro fue trabajado únicamente con la pasada de la fertilizadora en vacío, sin fertilizar, para mostrar el efecto físico del sistema en el suelo. Los resultados fueron contundentes: sin fertilización alguna, pero con la labor de pre-siembra realizada, se obtuvo un rendimiento 2,6 % superior, es decir, 260 kg más por hectárea, en comparación con el tratamiento que no recibió ninguna intervención. Solo el uso del sistema, por sí mismo, ya marcó una notable diferencia.
A medida que se incrementaron las dosis de fertilizante, los rindes también fueron en aumento, mostrando una respuesta preferentemente lineal hasta los 550 kg/ha de insumo total (suma de arrancador y urea), donde el rendimiento alcanzó los 15.795 kg/ha. A partir de esa dosis, los incrementos tendieron a estabilizarse. El tratamiento con 650 kg/ha logró 16.225 kg/ha, mientras que con 850 kg/ha el rendimiento fue de 16.083 kg/ha, lo que sugiere un umbral de eficiencia en el uso del fertilizante.

Pero el ensayo no se detuvo en los números. Previo a la cosecha, se realizaron calicatas —pozos de más de un metro de profundidad— para observar el desarrollo radicular de las plantas. En zonas del lote con alta compactación por el paso constante de camiones, el sistema Tainar mostró su capacidad para romper esas barreras físicas y permitir que las raíces se desarrollaran libremente en profundidad. Las raíces alcanzaron más de un metro, aun en suelos muy exigidos, demostrando cómo una buena preparación del perfil, sumada a la colocación precisa del fertilizante, puede marcar la diferencia.

Así, el ensayo llevado a cabo en La Bélgica no solo aporta datos duros, sino también evidencia visual y concreta del impacto que puede tener una estrategia de manejo integrada. La labor de pre-siembra, lejos de ser una tarea complementaria, se convierte en una herramienta central para maximizar la eficiencia de los fertilizantes y potenciar el desarrollo del cultivo desde sus primeros días.
En un contexto en el que cada decisión agronómica cuenta, el sistema Tainar se posiciona como un aliado que mejora la productividad, optimiza recursos y ofrece resultados medibles, incluso antes de sembrar. Esta experiencia, realizada a campo, es una muestra más de cómo la tecnología puede transformar cada hectárea en una oportunidad.
